Con Usted

Señora soledad, pase usted, no se quede ahí afuera... tan sola. Que es de noche y hace frío; y aquí, entre nosotros, siempre hay lugar para uno más. 

Se puede sentar en el sillón largo, hay un hueco entre la curiosidad y las ganas. Seguro ambas le den buena charla. 

O tal vez sólo la curiosidad le pregunte sobre lo que se siente sentarse en un asiento de a uno, mientras las ganas, pícaras, le acaricien la pantorrilla. 

No se preocupe, sentada en la punta de la mesa está la amistad ordenándolo todo, especialmente porque la ilusión a veces se distrae y puede llevarnos a escapar por la ventana persiguiendo a la travesura.

(Al oído) estratégicamente las sentamos en puntas separadas para que no se les ocurra transformar esta velada en un viaje espacial o una búsqueda del tesoro..!

La gentileza se va a ocupar de que usted se sienta a gusto, así que pídale sin timidez lo que desee beber. Hablando de timidez... 

Como está esa prima suya? 

No se ofenda si le confieso que me alegra haber oído por ahí que está haciendo migas con el hartazgo. Quizá... quien le dice, se atreva por fin a sacarse de encima a esa pavura, que por tan mal camino la ha llevado y se anime a pasar por mi casa. 

Perdóneme, imagino que usted no estará acostumbrada a todo este bullicio! 

Sepa disculpar al entusiasmo que una vez más tomó el timón de la velada y no puede evitar hacernos degustar cada uno las delicias que la consideración preparó para esta ocasión. 

Aproveche y coma ahora que aún no llegaron los excesos que no dejan ni las migas! 

Tranquila, no les tema, que los excesos se van a portar bien; no se comportan del mismo modo en soledad que en compañía. 

Usted disfrute, que para eso está invitada. 

Le conté que la ternura para agasajarnos se ocupó de llenar de florecitas todos los jarrones de la casa? 

Especialmente separó para usted una solitaria flor de loto; creyendo que deber ser esa su itinerante flor favorita. 

Así que menos mal que vino señora soledad! Sino su flor de loto se iba a quedar flotando sola en su solitaria pecera, sin que usted se la llevase.

Me encantaría que brinde con nosotros y que de una buena vez se estreche en un abrazo conmigo. 

Verá, una buena compañía cómo la mía, siempre es mejor que una triste soledad. 

No me mal interprete! No estoy diciendo que yo, la compañía, sea mejor que usted! 

Por supuesto señora mía que todos a veces necesitamos encontrarla para encontrarnos a nosotros mismos... 

Pero no le gustaría también, de mi mano, alguna vez encontrarse un rato con todos los demás?

No esté sola soledad y venga a buscarme cuando me necesite, que yo le prometo que cuando quiera la compañía de la soledad, la llamo y la visito un rato. 

Así usted mi querida señora se queda con compañía. 

Y yo... que no quiero estar solo, me quedo acompañado de usted, mi señora soledad.