EL CIELO DE CECILIO

Cuenta la leyenda que sus alas se quemaron cuando quiso robarse el sol.
Robarlo y llevárselo a ella, que habitaba en la tierra; en la tierra y la noche.
Cuenta la leyenda que tenía las alas más grandes que Libra puede regalarle a un ángel y que, a pesar de los siglos y las reencarnaciones, sus brazos llenos de cenizas gritan una historia ancestral, de desarraigo y desnudez. De brazos aullando orfandad. De plumas que aceptaron su destino. 
Sacrificio y ofrenda. 
Las dos caras del amor.
Ella habitaba la tierra y sus alas no lo dejaban reposar en su vientre Capricornio.
Cuenta la leyenda que mi ángel lloró lágrimas turquesas con sus ojos de esmeraldas y que como un río tímido y certero, sus lágrimas dulces como la miel reposaron en la comisura sonriente de su alma. 
Porque mi ángel sonreía, cuando se arrancó sus alas, sonreía. 
Eligió saltar al abismo de su vientre Capricornio, y llenarse de tierra, flores y lava. 
Aire y tierra. 
El y Ella. 
Y juntos... el polvo perlado de la creación divina envolviéndolo todo.
Eligió morir entre los mortales para vivir entre los amantes. Y le abrazó su flora otoñal para llenarla de capullos.
Con cada beso derritió sus espinas.
Con cada susurro rascó su lecho arenoso y se llenó las manos de pepitas doradas.
El ángel hizo brotar oro desde las entrañas mismas de su amante Capricornio.
Y el oro brotó como brotan los brotes más verdes.
El quiso regalarle el sol y sin querer le regaló cosquillas. Y con cosquillas de ángel volador hizo brotar oro en el oasis desierto de su amada.
Oro en su vientre Capricornio. 
Oro como las minúsculas pepitas de retazos de sol que mi ángel Libra lleva grabadas en sus ojos esmeralda, cómo insignia de batalla, como condecoraciones dadas a su valentía por Dios.
Así andan por los mundos. 
La fuente dorada y el ángel que osó meterse con el mismísimo sol.
Ella cubre sus brazos huérfanos con abrazos de hoja de plátano fresca.
El sigue queriendo robar el sol para que ella nunca añore la noche.
El ángel que eligió vivir para ella y morir por sus brazos.
Ella sabe que su nombre esconde un secreto. Ella sabe que en su nombre único habita el cielo.
Y cuando llegue la última noche se encontrarán en una playa perlada. El cielo será tan blanco como la arena y las aguas tímidas sugerirán un tierno azul tan profundo, que ese contraste divino enmarcará para siempre la comunión de los amantes. 
Y entre las miles de perlas que brillan en la orilla espumosa, sus besos se transformarán en pleamar. 
Flotarán entre el aire y la tierra. Y se abrazarán eternamente.

La siguiente leyenda contará, cómo la reina de la tierra, ayudada por los pájaros y los suspiros, le llevará flores perfumadas y lianas trenzadas a su ángel amado. 
A su ángel de aire. 
De Libra.
De Cecilio.
De Cielo.

Comentarios

  1. No puedo creer lo que estoy leyendo. No entiendo como puede ser que seas un ser tan extraordinario. Sos una de las mejores actrices que hay, cantas increíble, y además escribis de esta manera. Me volas la cabeza Mercedes, sos muy talentosa en todo sentido.

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